Es la noche del 14 de octubre del 2009 y en el estadio Cuscatlán Honduras le gana 1-0 a El Salvador, pero el resultado no ajusta, de pronto se conoce que Estados Unidos anota el 2-2 contra Costa Rica y la locura se apodera de los hondureños.
Antes de eso, Rambo llora desconsolado en medio del campo, los jugadores aún no saben lo que sucede, el sueño de ir al Mundial se convierte en una pesadilla y en término de segundos un anuncio desde la gardería hace que los ánimos cambien.
“Estamos en el Mundial”, le grita el periodista Enrique Lanza a Rambo, quien se lanza al césped del Cuscatlán y se postra para darle gracias a Dios.
El grupo corre hasta donde está Reinaldo Rueda, lo suben a sus hombros y comienzan a dar la vuelta olímpica. El colombiano no para de llorar de la emoción.
“Solo con el nacimiento de sus hijos lo había visto así de emocionado”, le dijo a LAPRENSA Yenith, la esposa del entrenador colombiano, que conseguía la primera de sus dos clasificiones a copas del mundo.
Reinaldo Rueda había logrado regresar a Honduras a un Mundial después de 28 años, hasta esa fecha solo había un recuerdo en mundiales para los hondureños y era el de España 82.
Reinaldo Rueda hizo de una generación de jugadores hondureños, la más exitosa en la historia de Honduras.
David Suazo en el Inter, Wilson Palacios en el Tottenham, Edgard Álvarez en la Roma, Maynor Figueroa, Hendry Thomas, Roger Espinoza y Juan Carlos García en el Wigan, Ramón Núnez en el Leeds, Carlo Castly en el Belchatow, son algunos de los jugadodores que dieron el gran salto a Europa tras el buen suceso en la Bicolor.
Nunca antes ha habido una generación más exitosa de legionarios hondureños y Rueda fue uno de los responsable de ello.
Rueda forma parte de la historia del fútbol hondureño, dirigió en Sudáfrica 2010 a Honduras y a Ecuador en Brasil 2014, ahora vuelve con la ilsusión de su tercer Mundial personal y el cuarto para Honduras que lleva dos procesos fallidos y con un panorama incierto.
